
13 Ago
La minería como marco para el arte
Imagen superior: Mineros del carbón en el trabajo Creado por Mesnel, publicado en Le Tour du Monde, París, 1867.
¿Qué arte puede haber o se puede sacar de una actividad que consiste, para la mayoría de la gente ajena al mundillo, en excavar grander cráteres, romper piedras y perforar túneles? ¿Qué puede haber tan hermoso en una de esas cuevas como para llamarlo arte? ¿Cuántas musas pueden contarse entre todos esos obreros cubiertos de polvo que se nos vienen a la mente cuando hablamos de mineros? Pues de todo eso algo sale.
La minería, más allá de la imprescindible actividad que es para el desarrollo de las sociedades tal y como las conocemos, y de ser un entorno profesional que hoy se dirige hacía una reconversión totalmente respetuosa con el entorno, también ha dado lugar a expresiones artísticas. Música, pintura, museos… han encontrado su mejor marco en el paso de esta actividad por algún lugar determinado.
Uno de los casos conocidos más recientes, por ejemplo, ha tenido que ver con la pintura urbana. El grafiti. El grafitero leonés David Esteban, que firma sus obras como DA2.0, rindió su particular homenaje a la profesión sobre la que se ha levantado su pueblo, Igüeña, para mantenerla en el recuerdo ante las nuevas alternativas que se abren paso hoy día. La obra se encuentra en una antigua zona minera que llegó a dar trabajo a más de mil personas. Todo un retrato de la vida en las minas de otros años.
Más común es la relación de la música con la búsqueda y extracción de minerales. Será que hay artistas que valen su peso en oro, canciones para toda la vida como los diamantes o conciertos que pueden llegar ser un plomazo. Desde hace ocho años, Madrid celebra el Festival Flamenco Homenaje a los Mineros, que antes se hacía en el entorno del paisaje minero y ahora se ha trasladado al antigüo edificio de La Estación, ganando relevancia en la ciudad. Más solera aún se gasta el Festival Internacional de Cante de Las Minas/La Unión, celebrado en Murcia, y que es probablemente el más importante del género. Su símbolo más característico son los galardones a los ganadores de los concursos del festival, las lámparas mineras, un giño claro a la vida en la mina.
La museología también se ha interesado por las excavaciones hoy inactivas. Por ejemplo, en Cercs, provincia de Barcelona, podemos adentrarnos en el mundo de la minería tradicional gracias a su Museo de las Minas situado en el corazón de una vieja mina de lignito inactiva en el Berguedà. En el ámbito del arte expuesto, también se prepara la futura apertura del antiguo hospital minero de Sabero, León, que funcionará como museo a partir de principios de 2019. El museo, que no llevará necesariamente temática minera, acogerá más de cien piezas, esculturas y dibujos.
Por último, uno de los proyectos artísticos más bonitos relacionados con la minería es el que cada año llevan a cabo los artistas de las Becas Cian-m de Fabero, dirigidos por un escultor y profesor de Bellas Artes de la Universidad Complutense, Tomás Bañuelos. En una convivencia en el paisaje minero, ocho becarios pintan, tallan y serigrafían el espíritu minero de Fabero.
Se puede decir que la minería no es solo una fuente de minerales y energías. También lo es de inspiración. Y es que su historia da para mucho. En una época en la que se trabaja por una minería sostenible, esperamos que los cuadros futuros basados en esta actividad retraten paisajes verdes y limpios, y que esa palabra con tantos detractores, minería, empiece a sonarnos como una buena canción.
